martes, 14 de mayo de 2013

¿Quien podra defendernos? Por Ándres Hurtado Garcia


Los derechos de los padres no son para insultar a los profesores; para ser vulgares no existe derecho en ningún lugar del cosmos.
No soy el único en pensar que solamente deberían existir el Día de la Madre y el Día del Maestro. Pero, reflexionando más sobre el asunto, creo que deberíamos institucionalizar el día del contratista.
Entre otras cosas, porque los pobres no tienen ni para la primera comunión de sus hijos. (“Papá, en la preparación para la primera comunión nos enseñaron que no hay que robar; a usted papá, ¿por qué lo tienen en la cárcel?”) Pero no nos desviemos del tema.
Hace poco, una maestra joven y excelente educadora me contó casi llorando que unos padres de familia la insultaron de la manera más grosera y terminó diciendo: “¿A nosotros quién nos defiende? ¿Por qué los padres de familia se toman el derecho (!) de insultar a los profesores cuando les da la gana y uno no puede defenderse?”.
La profesora tiene razón. En Colombia se ha vuelto costumbre que padres maleducados y de dudosa decencia insulten y agredan a los profesores. Los padres, que los hay los hay, que encuentran que todo lo del colegio de sus hijos es malo realmente no quieren a sus hijos al tenerlos en colegios tan malos, y los hijos piensan que su papás, por esa razón obvia, no los quieren.
En España, al terminar cada año lectivo (son datos que da el propio gobierno), un 45 por ciento de los maestros deben visitar al psiquiatra. Y aquí ocurre casi lo mismo, pero nuestros maestros no tienen dinero para ir a los psiquiatras.
Muchas veces, sí, muchas, he escrito en esta columna contra la idea incompleta de “los derechos de los niños”, que olvida que también tienen deberes. Y, paralelamente, parece ser que los padres de familia solo tienen derechos y no deberes, y que uno fundamental es apoyar al maestro delante de sus hijos. De otro modo no se educan como es debido, sobre todo en los valores.
Los derechos de los padres no son para insultar a los profesores; para ser vulgares no existe derecho en ningún lugar del cosmos.
Al maestro, por encima de todo, se lo debe respetar, agradecer y enaltecer. Y no es el caso decir que los hay malos y buenos, porque lo mismo sucede en todas las profesiones.
¡Ay, Dios mío, lo que ocurriría si un maestro se defiende con términos decentes pero fuertes del padre insultador! Termina acusado en las secretarías de educación, cuyo oficio parece ser aceptar todas las acusaciones verdaderas y, sobre todo, las falsas y ridículas contra los colegios y los maestros. ¡Pobre país con estos padres desagradecidos y vulgares!
La caricatura de hace 30 años mostraba al profesor poniendo la queja al padre de familia y a este regañando al hijo. La de ahora muestra al padre de familia gritando e insultando al maestro delante del niño. Así no se puede educar a un hijo.
* * * *
Nada que ver con lo anterior.
El 5 de febrero escribí mi columna ‘Unos comen bien y otros comen m…al’, en que critiqué las escandalosas jubilaciones que sabemos. Fueron 3.060 los lectores que recomendaron este artículo y supe que lo repartieron profusamente en universidades de todo el país, en empresas, en fábricas, en colegios, y que fue objeto de foros en muchas partes.
Esto demuestra la rabia y la indignación que tienen los colombianos con la clase política indecente que nos gobierna.
Esperemos ahora que no solo hacia el futuro, sino también con retroactividad, las escandalosas pensiones se caigan, gracias al senador que presentó la ponencia y a los honorables que la aprobaron.
Andrés Hurtado García
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