martes, 10 de diciembre de 2013

Yo no soy maniatico Por Andres Hurtado García


     


Andrés Hurtado García

Los padres de familia, en este país, parecen tener todo el derecho de insultar a los educadores. ¿Quién podrá defender a los maestros, a los que todos debemos tanto?
.          

Para educar a un niño primero hay que educar a los abuelos. ¿Era Napoleón el que lo decía? Y también a los padres, que son los primeros y verdaderos educadores de los hijos y que en muchísimos casos son los primeros y efectivos deseducadores de sus retoños.
.
En estos días de finalización de año escolar en el sector norte del país, se evidencian los patéticos, cómicos y dolorosos espectáculos que ofrecen algunos papás. Advierto que estoy haciendo una generalización, dura pero válida, una fotografía de la realidad. La mayoría de los padres no son así. Si ellos fueran conscientes y se dieran cabal cuenta de sus errores frente a la educación de sus hijos deberían concluir que realmente no los quieren porque los están perjudicando.
-
Hay tres clases de padres de familia: los que nunca van al colegio o escuela (¡ay!), los que van todos los días (¡uf!) y los buenos (¡oh!). Muchos padres entregan sus hijos a los colegios y no se vuelven a preocupar de la educación de ellos. Ni se acercan nunca al colegio ni atienden las citaciones de los educadores para hablar sobre los muchachos. Eso sí, se aparecen al final del curso para insultar a los educadores, presionarlos, amenazarlos y hasta ofrecerles dinero. Pobres hijos de estos padres… ¿Cómo calificarlos?... Estos padres ignorantes y torpes.
.
Hay otros que van todos los días a los centros educativos a poner quejas por todo, verdaderos maniáticos y enfermos. Los educadores los conocen bien, los ven llegar y se preparan para sus insultos e incoherencias. Y, lo peor de todo, verdadera desgracia, por incapacidad y más por demagogia, las secretarías de educación aceptan todas las quejas que estos padres enfermizos llevan, así sean las más increíbles y alucinadas.
.
Los funcionarios del ramo parecen carecer de sindéresis para distinguir entre quejas válidas y fantasías de maniáticos. Y obligan a los rectores y educadores a desgastarse elaborando larguísimos informes, en los que demuestran todas las incoherencias de los padres de familia que no se ocupan de sus hijos.
.
Hay dos profesiones claves en la sociedad: los médicos y los maestros. No importa que algunos sean malos; la mayoría son buenos y los necesitamos.
.
El Gobierno tiene gran parte de la culpa, pues solo habla de derechos de los alumnos y de los padres y no de sus deberes. ¡Cómo han cambiado los tiempos! Antes los maestros llamaban a los padres para hablar de los hijos y los progenitores reconvenían a los muchachos delante de los maestros.
.
Ahora, en las mismas circunstancias, son los padres los que insultan a los maestros delante de los hijos. Y los pobres maestros tienen que aguantarse, porque, si se defienden, incluso en los mejores términos, los padres los acusan a la secretaría de educación, y cómo allí creen todo, los que “llevan del bulto” son los inocentes y sufridos educadores. Obviamente, el Gobierno, o sea las secretarías de educación, obran así por simple politiquería y demagogia de pésima ley.
.
En suma, los padres de familia, en este país, parecen tener todo el derecho de insultar a los educadores. Y eso cuando no ocurren agresiones físicas, que muchas se han visto. ¿Quién podrá defender a los maestros, a los que todos debemos tanto?  
.
Andrés Hurtado García
 

No hay comentarios:

Publicar un comentario